viernes, 26 de febrero de 2010

LA GASTRITIS DE DIXON ROJAS Por Samuel López



un ser poseído por  una creencia y que  no buscase  comunicársela a  otros es un fenómeno extraño en la tierra, donde la obsesión de  la salvación vuelve  la vida  irrespirable…”
(Emil  M.  Cioran 1 )

 “Cualquier desprecio si ocurre en política prepara o  instaura  el fascismo
”(Albert Camus)
El delito mayor del hombre  es  haber  nacido
.(Calderón, La vida es un sueño)

Antes de entrar al tema quisiera hacer algunas advertencias: En primer lugar no creo en la Llamada “crítica constructiva”. La verdadera critica es siempre destructiva, falsacionista. La crítica constructiva” no es nunca crítica sino una forma disimulada de jalamecatismo. El pensamiento es destrucción en su esencia. Más exactamente: en su principio. Se piensa, se comienza a pensar, para romper los lazos, disolver las afinidades, comprender la armazón de lo real. Solo después, cuando el trabajo de zapa está muy avanzado, el pensamiento se repliega y se insurge  contra su movimiento natural. La segunda advertencia es que desde hace algún tiempo vengo sosteniendo la posición de que las ideas no merecen respeto alguno, fundamentado en la convicción de que el destino natural de de las ideas es la crítica. De lo contrario dejarían de ser ideas para que mis ideas sean seguidas por nadie; no busco formar escuela ni tener adeptos: que no me sigan los buenos ni los malos.

No me hubiera atrevido a escribir esta especie de contestación al querido poeta y amigo Dixon Rojas sino estuviera motivado por el hecho de haber conseguido a varios de mis  amigos, a los cuales considero personas “pensantes,” en flagrante delito. ¿Has leído el escrito del poeta Dixon Rojas2? Me preguntaron más de una vez. Que ¿en qué consiste la falta? Pues, en aplaudir el escrito en cuestión sin la mayor reflexión, de manera acrítica y servil.
Confieso que a mí, desde la primera lectura, me pareció más de lo mismo. Se trata, sin duda, de algunas verdades de Perogrullo y de lugares comunes escrito en elegante prosa (La  naturaleza propia de los lugares comunes es que están destinados a agradar).
Obsesionado por salvarnos y arréglanos la vida el pensador no escatima en contradicciones, anacronismos; ataques a la modernidad y al estado constitucional de derecho y de justicia, al tiempo que evidencia su desprecio por los derechos humanos.
La primera contradicción que salta a la vista es la incompatibilidad del epígrafe de Cobo Borda3  con el lamento contenido en primer párrafo respecto de  La descomposición creciente en el orden de las costumbres creadoras. Veamos,  si hemos de creer al epígrafe comentado, en el sentido de que este país está mal hecho, cuya tradición son los errores y en el cual sólo quedan chistes de café, caspa y baba, entonces qué sentido tiene que en el primer párrafo el poeta se lamente por una fulana descomposición creciente en el orden de las costumbres creadoras.
En qué quedamos, pues, ¿Hay o no hay  costumbres creadoras o hay chistes de café, caspa y baba? ¿Si solo hay chistes de café, caspa y baba qué sentido tendría, además, lamentarse de nuestra supuesta involución cultural? Con razón dicen por ahí que pensamiento que no se contradice está muerto.
Otro aspecto importante es que en este primer párrafo se anuncia un injerto entre represión y libertinaje. Pero en ninguna parte el articulista desarrolla el tema de la represión. Pretendiendo denunciar la existencia de represión al mismo tiempo nada dice expresamente sobre ella. Pero por otro lado, cual fantasma ,lo que si se asoma es la naturaleza represiva del escrito, la cual se evidencia en su elogio del decreto de pena de muerte que dictara el Libertador en contra de los corruptos en el siglo antepasado y el elogio a las tristemente celebres cruzadas del cristianismo medioeval. Este aspecto para el  público lego (al que pareciera estar dirigido es escrito), es decir no experto en cuestiones criminológicas pasara seguramente inadvertido; pero no debería ocurrir lo mismo  para  alguien que se precie de ser abogado. Hay en este escrito un discurso  criminológico evidente: se señalan algunos  males en torno a cuestiones penales y al mismo tiempo asoma soluciones. Como se sabe, cada discurso criminológico persigue dar una explicación totalizante de las lacras sociales y, en esa explicación, va siempre implícita la ideología de la institución que lo profesa.
En el caso que nos ocupa sería interesante saber si alguien está detrás de este discurso o si sólo es una boutade del poeta.
Ahora bien, qué clase de discurso criminológico es el de Dixon. No cabe duda que si hemos de valorarlo por su nostalgia del decreto de pena de muerte y la institución de las cruzadas, es obvio que estamos ante un discurso criminológico anacrónico; se trata, sin dudas de un remozamiento del discurso criminológico pre-positivista y autoritario, propio de una mentalidad burguesa y represiva.
La nostalgia por el decreto de muerte a los corruptos (muerte del Infractor) tiene un nombre propio en la criminología: se llama  Expiacionismo prerrevolucionario del siglo XVIII o neutralización garofaliana de comienzos del XX.
Como quiera que según el filosofó hispánico Fernando Sabater, hasta los abogados somos maestros, según él, de tercera o de quinta categoría, pero maestros al fin, me voy a permitir una breve reseña del algunos discursos criminológicos. El primer discurso criminológico que apareció con intenciones totalizantes y que fue ejercido por todas las instancias de poder, además de haber sido ejercido, principalmente por su creadora, la iglesia cristiana, es el discurso criminológico de la inquisición. Todos sabemos que este discurso, fue primariamente misógino. El mencionado aparato es el primer sistema de control social punitivo, cuya principal característica fue, que primero se impuso y luego se explicó. Luego se refinó hasta legitimar la violencia y, está claro, que las cruzadas fueron unos de sus soportes teórico- prácticos.
Este primer discurso metodológico produjo una obra de finísima elaboración técnica y extraordinaria coherencia, el malleus maleficarum o martillo de la brujas.
De los autores del malleus se conoce que fueron dos inquisidores que concentraron en si las cualidades de jueces, policías, médicos  sanitaristas, meteorólogos, agrónomos, juristas y legisladores y, se dice, además que jugaban a teólogo y filósofos. En pocas palabras los  autores de malleus fueron los operadores de una gran  agencia pública que decidía la vida y la muerte de las personas, que acumulaba las funciones que luego repartía entre otras muchas instituciones. De ese tronco común se especializaron las demás agencias de control punitivo. Se trataba de un estado administrador de la muerte.
La desorganización social como discurso criminológico. Una lectura atenta del artículo de marras nos permitiría entrever otros discursos criminológicos camuflados. Veamos, un discurso conocido en criminología es el de la desorganización social. Este discurso, que tiene su origen en la sociología norteamericana de comienzos del siglo XX, se expresa comúnmente así: La culpa del crimen está en la destrucción de la familia y de los valores tradicionales (¿cualquier parecido  con la frase descomposición creciente en el orden de las costumbres creadoras, al tiempo que hay un país de picaros, arribistas, trepadores, chulos, genuflexos y patanes, drogadictos, corruptos es pura casualidad?). Este discurso criminológico hace mucho que ha sido abandonado por la criminología por su palmaria vaguedad. Resulta contradictorio que se asuma a ratos este discurso y que,  al mismo tiempo, se pretenda asumir un discurso fundado en la ética, pues, si atendemos al discurso de  la desorganización social llegaríamos al extremo de exculpar a priori de sus crímenes al infractor: Ello es una gran contradicción puesto que el principio ético informa “que cada cual cumpla con su deber aunque los demás no lo hagan”.
La pregunta obligada es ¿A cuál discurso creer? Si hacemos caso a Zaffaroni4 pareciéramos estar frente al criminólogo sabio que hace suyas todas  las opiniones, sólo que sin desarrollarlas hasta sus consecuencias últimas.
En mi opinión la presencia de varios discursos criminológicos no constituye otra cosa que una banalización del problema que ha querido plantearse
Otra gran contradicción del poeta Dixon Rojas es que nos convoca, en su decir, a una tarea difícil y no fácil, al tiempo habla de cruzadas y de decretos de muerte. Al poeta se le olvida que la tarea de las cruzadas y de la inquisición era, ciertamente, una tarea fácil. Me explico, salvo algunos pensadores ostensiblemente reaccionarios, todos los estudiosos están contestes en afirmar que la tarea emprendida por la inquisición, la de administrar la muerte del individuo, era más fácil que la contraria, es decir, que la de administrar la vida del público. Citemos a Zaffaaroni4:
“A medida que  fue operando el paso de la administración de la muerte de individuos a la de la vida del público, fue necesario distribuir las funciones que asumía la inquisición en el siglo XV, en agencias especializadas. La inquisición podía asumirlas todas, porque es mucho más sencillo administrar la muerte que la vida. La tarea de matar o dejar vivir puede hacerla una única agencia, que retenga el poder o gran parte de éste, pero cuando se trata de organizar la vida del público, la cuestión se complica en extremo y, cuando mas quiere regular el Señor la vida de sus súbditos mayor especialización requiere de sus colaboradores para atender todos los aspectos que pretende abarcar” 
Nos asaltará siempre la duda de saber si son ingenuas las nostalgias de Dixon por el decreto de muerte y las cruzadas. Por lo que a mí respecta, a no ser por el beneficio de la duda, debería estar obligado a descreer de ello, en razón de que, tanto los decretos de muerte y las cruzadas, de solo nombrarlas, generan terror, y miedo y, como bien afirmó el gran Sartre, el miedo suspende la razón, lleva a la parálisis.
Si hemos de creer a Sartre, quien está aterrado no puede pensar ni moverse (está como la tierra), sufre un remedo de la muerte, renueva la vivencia del barro originario, está anonadado (vuelve a la nada), confunde la señal con lo señalado, el dibujo con lo dibujado, el nombre con la cosa.
En este orden de ideas ¿ será lícito pensar que el poeta Dixon desconozca que, desde tiempos inmemoriales el poder se ha ejercido, principalmente administrando miedos, estimulándolos con la magnificación de peligros, o rebajándolos con su subestimación?.
Otra contradicción del artículo es que convoca, en la tarea de salvarnos del despeñadero patrio, entre otros titanes, a los criminólogos. Precisamente, la criminología es la ciencia encargada de enervar los fundamentos del artículo, pues  la criminología es el análisis crítico de los saberes no estrictamente jurídicos acerca de la cuestión criminal, para reducir los niveles de violencia a ella vinculados.
La criminología, precisamente, le restará seriedad a un planteamiento actual nostálgico de decretos de muerte y de cruzadas por su ostensible violencia.
En conclusión no creo que ningún criminólogo o filósofo o poeta serio se pueda sentir convocado por ese escrito, pero creo que si lo podrían sentir muchos religiosos y militares, tan acostumbrados a la administración de terrores.
El discurso de la violencia (administración de miedos) es antiguo y toma varios disfraces: decreto de muerte, cruzadas, leyes o decretos cero tolerancia ( ¿se acuerdan de Lapi y de Alfredo Peña?); guerra contra el hampa, muerte a los golpista( David Morales  Bello), pena de muerte al delincuente (José Curiel, ex gobernador de Falcón), sicariato  de campesinos, de sindicalistas, de cualquiera.
RESPECTO DE DEVOLVERLE A VENEZUELA LO QUE CON TANTA SANGRE LOGRÒ EN LA GESTA EMANCIPADORA
Usted ha podido ser más explicito, ya que esta frase es a todas luces ambigua. Convengamos en que Bolívar libertó varias naciones, entre ellas Venezuela. Pero esa formidable hazaña nos dejó un país económicamente arruinado, devastado por la guerra misma.
Lo cierto es que la construcción de la nación venezolana es un hecho posterior a la emancipación y además complejo. Tal expresión sería correcta si entendemos por gesta emancipadora todos los acontecimientos que tuvieron lugar dentro del periodo comprendido entre 1810  y 1830.  Son los años en los cuales se definió el nacimiento de Venezuela como entidad independiente. Allí Venezuela dejo de ser provincia del imperio español y comenzó la difícil, comprometedora y contradictoria tarea de edificar una nueva nación orientada por principios republicanos en los que se procuró dejar atrás los valores del  ancien régimen.
Los sucesos que ocurrieron en este periodo marcaron la vida de los venezolanos. Pasamos de súbditos de la corona a la cualidad de ciudadanos. Vimos abolir algunos fueros y privilegios. Se inició el ejercicio del voto. Todo eso es verdad,. Pero también hubo un agobiante y dramático descalabro económico, pérdidas materiales de ingentes proporciones y, algo más dramático aun, los sectores desposeídos no vieron mejorar sus condiciones de vida. Sumado a ello la población disminuyó a proporciones inimaginables. En fin, carencias de todo pelaje, calamidades y enfermedades fueron el día a día de los venezolanos en esos años de violencia y guerra.
No, querido poeta, No se trata de exaltar el hecho aislado de la gesta emancipadora (esta ha sido la actitud tradicional del status Quo ante o cuarta República).
Permítame disentir, pues estoy seguro de que si nuestra historiografía oficial y privada se hubiera encargado de historiar al hombre de carne y hueso de esos días gloriosos, con la misma pasión con la que se ha rendido el culto a los héroes, estoy seguro de que hoy por hoy, ningún venezolano de a pie va a querer devolverse a esos fatídicos días.
No hay que ser muy estudioso para percatarse de que durante y después de la gesta emancipadora, el pueblo venezolano ha pegado muy pocas. Percátese, además de que esas lacras de las que tanto se queja siempre han existido en nuestra patria, con la anuencia de los integrados y muy a pesar de los apocalípticos de viejo y nuevo cuño.
Yo juzgo conveniente echar una mirada a la historiografía de las últimas cuatro décadas del siglo pasado hasta hoy para informarnos de que han surgido numerosos y calificados estudios que de manera crítica y responsable han problematizado y develado la complejidad y contradicciones que implicó el proceso de independencia.
Mi dilecto amigo, en los tiempos que corren juzgo ilícito ofrecer miradas uniformes sobre nuestro pasado, así como insistir en aquellos tópicos y convenciones que por más de un siglo forjaron el discurso pretendidamente inmutable de la llamada historia patria.
SOBRE EL PAIS DE LOS PÌCAROS Y LA LITERATURA PICAREZCA
A mí, particularmente, me desagrada que me recomienden libros. Por  lo general, a uno siempre le recomiendan el menos indicado. Al leer su escrito siento parejo estado de ánimo, porque, conviniendo en el carácter clásico de La Celestina y del Diablo Cojuelo, para reconocernos a nosotros mismos,  hay abundante literatura en Venezuela: Desde Antonio Arráiz, pasando por Mario Briceño Iragorri, Mariano Picón Salas, Arturo Uslar Pietri, José Ignacio Cabrujas, Rafael Arráiz Lucca y, recientemente el formidable libro (no lo estoy recomendando) de Axel Capriles, intitulado “LA PICARDIA  DEL VENEZOLANO Y EL TRIUNFO DE  TIO  CONEJO” que tiene pocos meses en el mercado.
Poeta Dixon, no es reviviendo desechadas antiguallas como vamos mejorar nuestra condición actual. Soy partidario de una tarea distinta. El bien más codiciable por su efecto transformador es el saber. Lo primero que hay que hacer es democratizar el conocimiento.
Si pudiéramos lograr que el veinte por ciento (es una referencia) de los incluidos no ejerza el monopolio del saber, tendríamos dos posibles escenarios: a) se le habría quitado el poder o, b) se le estaría disputando el poder.
Este es, en mi opinión, el campo a disputar. Ahora bien, para impulsar la nueva dialéctica entre excluidos e incluidos hay que garantizar condiciones mínimas de alimentación, salud e instrucción para los excluidos. Este no es un objetivo imposible (quien dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón...)
La sociedad cuenta con herramientas para asegurar la supervivencia de los excluidos y la instrucción necesaria para aprovechar la información. Si poder es saber, ese empoderamiento del saber permitiría la competencia con los incluidos, su empleo referencial y contracultural respecto de los incluidos y el surgimiento de nuevas culturas conformes a nuevas normas para utilización del poder.
Frente a una cultura de la violencia prefiero oponer el saber dialogal del frater. Lo urgente es una coalición de excluidos a fin de evitar la sacralización de la discriminación. Eso es lo que quiero entender cuando afirma “contra esa realidad nos vamos a levantar nosotros”.
Levantarse contra debe entenderse como fraternizar, coaligarse. De lo contrario volveríamos a las soluciones fáciles.
Mucho jugo gástrico y poco alimento.
SAMUEL LOPEZ
CI. 8513.325
1         Filosofo Rumano que escribió la mayor parte de su obra en francés (Silogismos de  la  Amargura, Desgarradura, el Aciago Demiurgo, el libro de las quimeras y el ocaso del pensamiento  son algunas de sus obras.
2         El artículo fue publicado en dos oportunidades por el diario Yaracuy al Día: El  04 de julio de 2009  con el nombre de  “Crónica  para un país decadente y, con el nombre de “Crónica de un país portátil, el domingo 12 de julio de  2009.
3         Si no me equivoco  s refiere  a Gustavo cobo borda, gran Poeta colombiano.
4         EN TORNO  DE  LA CUESTIÓN PENAL. Eugenio Raúl Zaffaroni, Editorial B de F.


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