YO, EL HUMILDE Y MI EPÍGONO.
No juro. Testigo es el poeta Cesar Tovar. No había escrito su microrelato Armando José Sequera, cuando el mundo ya se percataba de mi humildad, que es más grande que yo, trasciende mi cuerpo y, me brota por los poros; me delata, habla por mí. Y es cuando la gente grita: ¡Ese es Samuel, el humilde, en persona! Ciertamente, Sequera es la persona más humilde del mundo, es decir mi mejor epígono y, mírenme, no es necesario verlo, su humildad es invisible y su juramento vano. Ninguna humildad cabe en cuerpo solamente.