domingo, 17 de febrero de 2019

La Fabulación Freudiana

Por: Samuel López Castillo
17 de febrero de 2019


La Fabulación Freudiana

A Juan Nuño.


     Con 7 años de atraso leo, en formato de papel, el libro  de Michel Onfray sobre la obra de Freud,  el “Padre del psicoanálisis”. Se trata de una excelente traducción del   idioma francés al español acometida por Horacio Pons de la obra ‘Le crepuscule d’une idole. L’affabulation freudiannne’, publicado por  Bernard Grasset bajo el sello editorial de Èditions Grasset & Fasquele de 2010. La primera edición  española de 2011, objeto de esta reseña, es Onfray M.(2011). Freud. El crepúsculo de un ídolo. Madrid: Taurus. Libro que causó una gran polémica en Francia, no así en nuestro medio donde  la magritud intelectual se suma a  la falta de divisas y al acoso a la cultura de los variados misomusos (Hago aquí el homenaje expreso a Milan Kundera).

Antes leí con verdadera fruición algunas de sus obras, como el Antimanual de filosofía, el Tratado de ateología, La fuerza de existir,  La razón del gourmet;  de su monumental Contrahistoria de la Filosofía los libros: Cinismos, Las sabidurías de la antigüedad, El cristianismo hedonista, Los libertinos barrocos, Los ultras de las luces; así como también, La inocencia del devenir, El sueno de Eichmann,  Teoría del Viaje y   Nietzsche. 

Onfray, con cerca de 100 obras publicadas, es hoy uno de los filósofos franceses más populares, leídos y traducidos de los  últimos años. Sus libros han sido traducidos a una treintena de idiomas y gustan mucho por su peculiar filón critico, su reivindicación del hedonismo, su  afán por la justicia en el plano de la historia filosófica, sin concesiones a la academia ni  a la corrección política; por su constatación de las taras del mundo de hoy, las mismas que aquejan por igual al cine y a la filosofía.


Su filosofía no pierde tiempo en las abstracciones que han  sido el lastre de la filosofía de los últimos 2.000 años. Se ha empeñado en practicar una filosofía vindicativa de la vida, útil a ella. Su labor no se ha quedado ahí: su trabajo por más de 20 años como profesor de filosofía en secundaria le inspiro a fundar la Universidad Popular de Caen, donde practica las prédicas de  sus libros: un pensamiento cercano a la realidad del mundo, de la gente, de los hombres, refutando la incensación, la verbosidad generalizada, el solipsismo, el autismo de autor, el bandidaje.  Su obra temprana ha recibido los siguientes premios : Prix de la Fundation Del Duca, Prix Liberté Littéraire, Prix Médicis.

Su método de estudio según sus propias palabras es muy sencillo y consiste en una lectura de la obra completa in extenso de un autor. Para escribir este libro Onfray leyó en orden cronológico 10.000  folios, entre los que  cuentan las  obras completas de Freud, publicadas  por Presses Universitaire de France,1989-2010. Exploró la correspondencia esencial. A ellas sumó la lectura  de las biografías útiles para ordenar el conjunto, contextualizar las producciones intelectuales en la vida del autor, de su familia, de su época, de su tiempo. Se aplico, ademas al estudio de los historiadores críticos, siempre rechazados por los guardianes de la leyenda freudiana, quienes acusaban a los primeros de ser revisionistas, antisemitas y de un tufillo a camaradería con la extrema derecha. 

En este método Onfray nos aclara su rechazo de la técnica estructuralista “que celebra la religión del texto sin contexto y aborda la página a la manera de un pergamino redactado por un puro espíritu”.  Aclara: Escribo una historia nietzscheana de la filosofía con la preocupación siempre puesta en el discurso del método que constituye a mi juicio el prefacio de la Gaya Ciencia… El disfraz inconsciente de las necesidades filosóficas, bajo el pretexto de la objetividad, de la idea, de la pura intelectualidad, es capaz de tomar proporciones pavorosas, y más de una vez  me he preguntado  si, a fin de cuentas,  la historia no habrá  consistido  decididamente en una  exégesis del cuerpo y un malentendido del cuerpo”. (en cursiva en el original).

Onfray se propone en esta obra una historia nietzscheana de Freud, del freudismo y del psicoanálisis. Persigue historiar el disfraz freudiano de ese inconsciente como doctrina: la transformación de de los instintos y de las necesidades fisiológicas de un hombre en la doctrina que sedujo a una civilización: develar los mecanismos de fabulación  que permitieron a Freud  presentar objetiva, científicamente, el contenido muy subjetivo de su propia autobiografía; se propone  el esbozo de una exégesis del cuerpo freudiano.  En fin, se propone reiterar el gesto del  Tratado de ateología  con un material llamado psicoanálisis.

Onfray afirma en el prefacio  que su descubrimiento  de los historiadores críticos del freudismo, que siempre  dijeron la verdad, fue una verdadera revelación para él al poder comprobar que los denuestos que recibieran en los que se los tildaba de revisionistas, antisemitas o de derechistas extremos eran todos falsos. Es precisamente de las tesis de  esos historiadores críticos  de donde salen algunas de las tesis principales de esta obra, tales como:  que Freud mintió mucho, disfrazó, trabajó en su propia leyenda; que destruyó correspondencia, una actividad primero practicada en vida por sus discípulos y su hija, y luego retomada y desarrollada  con mayor amplitud por los suyos hasta el día de hoy; que buscó desaparecer cartas, en especial las de su correspondencia con Fliess, que muestran a un Freud adepto  a teorías extravagantes, desde la numerología al ocultismo, pasando por la telepatía; que esos intercambios epistolares fueron expurgados, redactados conforme a la leyenda y difundidos durante años solo en su versión hagiográfica; que con desprecio de la historia y los historiadores sus turiferarios mantienen un implacable embargo sobre  una ingente cantidad de archivos, inaccesibles por ello al publico y   vedados a los historiadores hasta fechas extravagantes como 2.057. 

De esos historiadores crítico se constata que Freud falsifica resultados, inventa pacientes,  pretende apoyar sus descubrimientos en casos clínicos inenhallables, destruye las pruebas  de sus falsificaciones; que sus teorías sobre la cocaína, otrora defendidas con fuerza, fueron  invalidadas públicamente por científicos. A esto se agrega que los  historiadores críticos dieran cuenta de que Freud no curó a los  pacientes que  figuran en sus obras como casos modélicos de la cura psicoanalítica y, de que organiza el mito de la invención solitaria del Psicoanálisis, cuando en verdad fue un gran lector, un prestatario oportunista  de autores hoy desconocidos; que hizo pasar por suyos  aquellos descubrimientos de obscuros científicos; que  al contrario de la  leyenda hagiográfica  hay una  genealogía histórica y libresca del pensamiento de Freud, pero que desde el comienzo  hasta hoy se hizo cuanto fue menester para evitar  una lectura histórica de la génesis de su obra.

Que cuál es la tesis del libro? El mismo autor nos ahorra el esfuerzo: “El psicoanálisis — ésa es la tesis de  este libro— es una disciplina verdadera y justa solo en lo concerniente a Freud, y a nadie más. Los conceptos de la inmensa saga freudiana  le sirven ante todo para pensar su propia vida, poner orden en su existencia: la criptomnesia, el autoanálisis,  la interpretación de los sueños, la indagación psicopatológica, el complejo de Edipo, la novela familiar, el recuerdo encubridor, la horda primordial, el asesinato del padre, la etiología sexual de las neurosis,  y la sublimación  constituyen, entre otros muchos, otros tantos momentos teórico directamente autobiográficos. Que el freudismo es, como el spinozismo, o el nietzscheanismo, el platonismo o el cartesianismo, el agustinismo o el kantismo una visión privada del mundo de pretensión universal. Que el psicoanálisis constituye la  autobiografía de un hombre que se inventa un mundo para vivir con sus fantasmas, como cualquier otro filósofo. El psicoanálisis es una disciplina que pertenece al ámbito de la psicología literaria, procede de la autobiografía de su inventor y funciona a las mil maravillas  para comprenderlo a él y solo a él.

El libro está constituido por  un epígrafe de  Friedrich Nietzsche, extraído de Más allá del bien y del mal, que lo encabeza y que nos recuerda que es frecuente  en los filósofos echar mano de su falta de probidad para el fundamento de sus cuestiones. le siguen una dedicatoria a Diógenes de Sinope, filósofo fundamental en el existenciario onfrayano y uno de los “faros” de sus especulaciones filosóficas. El cuerpo  del libro esta formado por  un prefacio, 5 partes, una conclusión, un cuerpo bibliográfico y  un índice de autores y conceptos. El prefacio lleva por titulo “El salón de las postales freudianas”. en  el que  el philosophe relata la manera como conoció a Freud, resalta las principales postales freudianas, que según él, son los cliché que se han perpetuado hasta ahora y frente a los cuales propone 10 contracliché o contrapostales.  Manifiesta la tesis del libro y sus propósitos, expresa su métodos y la forma en que ha dispuesto el material que le permite escribir la obra.  Cada una de las cinco partes del libro esta constituida por una  tesis que expresamente es indicada y desarrollada en un promedio de cinco particulares.  Esas tesis son las siguientes: Tesis 1. El psicoanálisis reniega de la filosofía  pero es en sí mismo una filosofía.  Tesis 2:  El Psicoanálisis no supone una ciencia sino una  autobiografía filosófica. Tesis 3: El psicoanálisis no es un continuo científico sino un revoltijo existencial. Tesis 4:  La técnica psicoanalítica participa del pensamiento mágico. Tesis 5: el psicoanálisis  no es liberal sino conservador. 

La Tesis 1 está desarrollada en  5 particulares, el primer particular que se llama “prender fuego a los biógrafos” en el que Onfray nos presenta un Freud ambicioso, calculador, a un falsario sobre su propia biografía: el constructor de su propia hagiografía y de una guardia pretoriana  encargada de cuidarla post mortem y por largo tiempo. El resto de las tesis están deliciosamente desarrolladas y mantienen una  constante relación argumentativa que  permiten al lector  estudioso y exigente formarse una idea de cuán posible es colocar en el lugar preciso de la Historia a los  íconos culturales de nuestro pasado reciente, muy a pesar  de los  muchos guardianes interesados o ingenuos.

He dedicado esta reseña a Juan Nuño. No creo haberme equivocado cuando afirmara que este es un libro que a Nuño le hubiera gustado escribir. Se puede estar de acuerdo o no con las tesis de Onfray, que por demás están sistemática  y rigurosamente desarrolladas, pero lo que no puede dejar de afirmarse es que se trata de una lectura apasionante, ligera, directa. La misma rigurosidad hace que escasee el frecuente lirismo presente en sus obras; falencia que no le resta méritos porque si algo sabe Onfray es escribir deliciosamente. Hay un detalle importante que no sabría decir si es suerte o acción deliberada pero es que Onfray tiene la dicha de caer en manos de excelentes traductores, al contrario de Milan Kundera que ha pasado media vida corrigiendo los gazapos de los traductores. El libro es ciertamente muy recomendable. Me atrevo a  afirmar que es el libro más interesante que hasta ahora ha escrito el autor, superando en fascinación al Tratado de ateología.

El amable lector sabe de antemano que la fabulación, cuando no tiene propósito literario,  es producto de una enfermedad mental o de la mala fe. Es lícito que piense que el título en español de la obra ha sido suavizado y que en nuestro idioma la polémica será proclive a bajar la tesitura.


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